La inteligencia emocional tiene más influencia en nuestras vidas de lo que creemos. Dicta la mayor parte de nuestras decisiones basadas en las emociones. Por su parte, el cannabis ayuda con la ansiedad, el estado de ánimo, el apetito y el dolor; pero también tiene sus trampas cuando no se usa por las razones correctas.

La legalización del cannabis se está convirtiendo en algo inevitable. La mayoría de los dispensarios de EEUU han sido considerados como “esenciales” durante la actual pandemia de COVID. Además, las listas para las condiciones que califican el uso medicinal están creciendo. Sin embargo, mientras la industria del cannabis crece, también lo hace el riesgo de dependencia. Los casos de Trastorno por Consumo de Cannabis (CUD, por sus siglas en inglés) están aumentando en los estados donde la marihuana recreativa es legal. Aunque no todas las personas que fuman cannabis con frecuencia pueden volverse adictas, cabe preguntarse de qué formas puede alterar nuestro estado mental.

Nuestro sistema endocannabinoide está basado en recompensas. Esto significa queun exceso de cannabis puede alterar nuestra atención emocional y el proceso de toma de decisiones. La marihuana puede alterar muchas cosas si no tenemos cuidado, y nuestra inteligencia emocional es muy importante.

¿Qué es la inteligencia emocional?

Piensa en tu madurez emocional en la última década más o menos; las lecciones que has aprendido entre tus relaciones actuales y las anteriores. ¿Eres más empático con los demás? ¿Has aprendido a manejar mejor tus frustraciones? ¿Tienes más confianza con la gente? Todos estos son indicadores de la inteligencia emocional (EQ o IE).

La inteligencia emocional impulsa nuestras interacciones con la gente. Se trata de cómo nos manejamos emocionalmente y se centra principalmente en cinco rasgos clave:

  • Conciencia de uno mismo: Ser conscientes de nuestras propias emociones es una herramienta poderosa. Si somos conscientes de ellas, podemos gestionarlas mejor. Es la diferencia entre reconocer que se ha cometido un error y culpar a los demás.
  • Autorregulación: La autorregulación gira en torno a cuánto tiempo puedes dejar que tus emociones se apoderen de ti. Rara vez podemos controlar cuándo reaccionamos ante algo, pero sí podemos controlar cómo reaccionamos y cómo seguir adelante. Esto incluye nuestra capacidad de adaptación y la toma de conciencia.
  • Motivación: La motivación (obviamente) es lo que nos impulsa a levantarnos por la mañana. Sin embargo, puede ser fácil perder la motivación si no entrenamos nuestra mentalidad. El compromiso, el optimismo, el impulso y la iniciativa hacen que nuestra mentalidad se transforme en la consecución de un objetivo. Por supuesto, la motivación se presenta de muchas formas diferentes. Algunos días, es más fácil motivarnos para tener un día de Netflix, que para trabajar desde casa (gracias, Covid). No obstante, la motivación es un indicador importante para nuestra inteligencia emocional.
  • Empatía: La empatía es probablemente uno de los indicadores más fuertes de nuestra inteligencia emocional. Esto se debe a que gira en torno a nuestra capacidad de reconocer cómo se sienten otras personas. La empatía es esa vocecita que nos dice que demos un abrazo a alguien cuando parece triste.
  • Habilidades sociales: Todos conocemos a alguien que tiene un extraordinario don para interactuar con la gente. Se les da muy bien negociar, comunicarse, resolver conflictos y tienen una gran capacidad de liderazgo. Nuestra capacidad para desarrollar vínculos con otras personas es un marcador clave de nuestra inteligencia emocional.

¿Por qué es tan importante la inteligencia emocional?

La inteligencia emocional se basa en nuestro sistema límbico, situado en el centro de nuestro cerebro. Nuestro sistema límbico incluye estructuras como la amígdala y el hipocampo, y es responsable de nuestra regulación emocional.

Estas estructuras almacenan todas nuestras experiencias a lo largo de la vida y las convierten en significado. Posteriormente nos llevan a aprender de nuestros errores, nos guían en la toma de decisiones futuras y asocian nuestros recuerdos con sentimientos. El sistema límbico se conoce esencialmente como nuestro “cerebro emocional”.

Lo reconozcamos o no, nuestra inteligencia emocional tiene más dominio sobre nuestras decisiones cotidianas de lo que creemos. Es la razón por la que sentimos que hemos evolucionado de una relación a otra; es lo que nos hace darnos cuenta de que gritar a alguien no te hace sentir mejor porque no lo hizo la última vez. Todas estas son decisiones basadas en la capacidad de adaptación, motivación y superación del estrés emocional. Y nuestra inteligencia emocional está detrás de todo ello.

El cannabis puede hacer mucho bien, pero, como todo, puede tener efectos negativos si no se usa adecuadamente. Nuestra salud mental puede ser inconstante si no se trata con cuidado. Entonces, ¿cómo puede el cannabis hacernos menos inteligentes emocionalmente?

¿Puede el cannabis dictar nuestra inteligencia emocional?

Desde su descubrimiento en la década del ’80, el sistema endocannabinoide ha sido el centro de una investigación muy necesaria sobre cómo el cannabis puede afectar a nuestro cerebro.

Sí, puede ponernos felices y relajados, pero no es el caso de todos. Lo que la mayoría de nosotros no sabe es que el cannabis puede provocar respuestas diferentes en cada persona. Y lo que es más importante, nuestro estado mental en el momento del consumo también puede afectar al tipo de efecto que tenemos.

Por ejemplo, cuando la gente está más ansiosa es más probable que experimente paranoia. Quienes consumen cannabis como una forma de evitar las emociones negativas son más propensos a volverse dependientes que quienes lo prueban como un medio para experimentar.

Ahora bien, no estamos diciendo que fumar porro equivalga a tener adicción o una menor inteligencia emocional. No es tan simple como eso. Sin embargo, sabemos que los consumidores de cannabis -más aún los consumidores crónicos y de hace mucho tiempo- pueden tener niveles más bajos de procesamiento emocional. De hecho, los estudios muestran que mientras el THC aumenta en el cuerpo, las señales de procesamiento emocional disminuyen.

Un estudio muestra que los consumidores de cannabis sentían que no eran capaces de identificarse claramente con sus emociones. Esto significa que sus sentimientos de claridad tendrían un impacto severo en su regulación emocional, habilidades interpersonales y empatía. Otro estudio muestra que el consumo crónico y prolongado de cannabis también se ha relacionado con una inteligencia emocional general más baja que la de los no consumidores.

El estudio P3 Wave

Un estudio realizado en el 2016 investigó el consumo de cannabis en el procesamiento emocional mediante la observación del “potencial relacionado con eventos P3“. La onda P3 es la actividad eléctrica en el cerebro que marca la atención basada en las emociones de una persona. Las ondas P3 de los participantes fueron monitorizadas a través de un electroencefalograma (EEG, un monitor que mide la actividad cerebral) mientras se les mostraba una serie de caras que exhibían cuatro emociones diferentes: feliz, triste, enojado y neutral.

Curiosamente, el estudio muestra que las ondas P3 se disparan más cuando los participantes ven caras enfadadas y tristes. Esto significa que los consumidores de cannabis reaccionan más al ver emociones negativas que al ver emociones positivas. También se demostró que el cannabis podría interferir con la capacidad del consumidor de identificarse implícitamente con las emociones, lo que significa que el consumo crónico de cannabis puede conducir a niveles más bajos de empatía con el tiempo.

Se necesita más investigación para averiguar por qué ocurre esto. Posiblemente podría ser debido a losefectos de los sistemas endocannabinoides en nuestros niveles de dopamina y serotonina. El THC se ha asociado con exposiciones de emociones negativas en la amígdala en quienes se consideran psicológicamente vulnerables.

La exposición prolongada también puede tener efectos perjudiciales en el desarrollo del cerebro si se empieza a fumar a una edad temprana. Es lógico que el consumo a largo plazo tenga sus riesgos. Demasiado de algo bueno puede volverse perjudicial.

Conclusión

Nuestra inteligencia emocional depende de nuestrahistoria psicológica, nuestro entorno y nuestras experiencias sociales. Evoluciona a diferentes ritmos y en diferentes etapas de la vida para todas. Sin embargo, si eres amante del cogollo desde hace mucho tiempo, quizá debas tener en cuenta cómo la planta ha afectado a tu forma de procesar las emociones.

La inteligencia emocional es primordial en la forma en que vivimos nuestras vidas, quizás más de lo que nos importa reconocer. El cannabis tiene muchas ventajas, pero hay que utilizar la planta de forma adecuada y por las razones correctas. Nunca se sabe, tu inteligencia emocional podría depender de ello.

Vía The Green Fund, traducido por El Planteo.