En los últimos años ha surgido en varios países un interés creciente por cepas de Cannabis ricas en CBD para tratar una amplia gama de dolencias humanas. Los legisladores están comenzando a aflojar las regulaciones sobre el Cannabis medicinal y los profesionales de la salud comienzan a interesarse en esta prometedora terapia basada en los metabolitos secundarios de la planta del Cannabis.
Las últimas regulaciones y leyes gubernamentales sobre Cannabis medicinal en Colombia fueron impulsadas por investigadores locales, junto con pacientes, cuidadores y madres de pacientes epilépticos, que en muchos casos habían agotado el uso de fármacos anti epilépticos tradicionales sin encontrar efecto y buscaban desesperadamente un alivio para esta enfermedad tan difícil de tratar.
Sin embargo la antigua Ley 30 de 1986 de la República de Colombia, ya permitía a los profesionales de la salud del país recetar Cannabis para uso terapéutico y además en algunas comunidades indígenas en Colombia la marihuana era incluida en sus prácticas de sanación al igual que la hoja de coca y la amapola. La década de los ochenta en Colombia estuvo marcada por una sangrienta y prolongada guerra entre carteles del narcotráfico que llegaron a controlar la gran demanda de coca, amapola y marihuana en el exterior e hicieron inmensas fortunas a costa de miles de muertos, todo culpa de la prohibición; el consumo marginal de sustancias se convirtió en un problema de salud pública y se asociaba comúnmente con la delincuencia. En medio de ese panorama, era impensable para la comunidad médica o para los pacientes usar Cannabis como alternativa medicinal. Recientemente, a finales del año 2015, el ministerio de salud de la República de Colombia emitió un decreto reglamentario de la Ley 30 de 1986 para el uso medicinal de derivados de la planta y en Agosto del año 2016 el Congreso colombiano aprobó una nueva ley que regula el uso medicinal de la marihuana y permite el cultivo comercial, procesamiento y exportación de productos derivados de la misma. Según el gobierno este es un paso adelante para cambiar las leyes represivas de drogas del país y orientarlas a la salud pública para el beneficio de muchos pacientes y así mismo hace un llamado de atención para los médicos e investigadores a trabajar en el tema.
Paola Pineda Villegas es una médica colombiana nacida en Medellín que lleva un largo tiempo prescribiendo Cannabis con fines médicos, en virtud de la antigua regulación de 1986. La doctora Pineda comenzó a prescribir Cannabis medicinal para el tratamiento del dolor asociado al VIH, un campo en el que se especializa, y con el paso del tiempo su práctica se extendió al tratamiento de la artritis, la ansiedad, la fibromialgia, la epilepsia, la migraña, el síndrome de colon irritable.
El primer caso de epilepsia de Pineda fue Valeria Rincón, una pequeña niña que tuvo su primera convulsión a los tres meses de vida con una crisis que duró 17 minutos y terminó en hospitalización por status epilepticus. “No respondió bien al tratamiento tradicional con ácido valproico, keppra, clonazepam y clobazam. Todas esas drogas mantenían al bebé en un estado constante de mareo y le causaban efectos secundarios severos y abundante sialorrea o salivación. Se volvió retraída y eso dificultó su interacción con las personas” dice Paola Zuluaga, madre de Valeria.
Cuando la multi-medicación farmacológica se agotó, la doctora y la madre de la niña decidieron suministrarle dosis orales de aceite de Cannabis que había sido extraído de una variedad sativa local. Luego de unos meses, las convulsiones de Valeria dejaron de ser diarias y se presentaban cada tres o cuatro días. Como la niña respondió bien al tratamiento y duraba varios días sin crisis, Pineda siguió ajustando la dosis del aceite y las convulsiones disminuyeron a una cada tres meses, una cada cinco y cada vez más, su recuperación fue notable, su estado de ánimo cambió e incluso se le redujo la medicación convencional. Hasta ahora la pequeña Valeria ha estado libre de ataques y cada vez mejor. Va al jardín escolar, se ríe, canta, es una belleza.
La base de datos de la Dra. Pineda suma más de un millar de pacientes en todo el país donde un 30% son niños con trastornos neurológicos como síndrome de Dravet, síndrome de Lennox-Gastaut, síndrome de West, esclerosis tuberosa, síndrome de Ohtahara y epilepsias idiopáticas y una gran parte de esta población está actualmente controlada con THC y bajo CBD mientras que otros responden a una combinación de diferentes relaciones THC/CBD. Incluso algunos niños tratados con THC parecen empeorar al suministrarles más CBD. “Todos mis pacientes de epilepsia tienen THC en la fórmula, en mayor o menor medida” reporta la doctora Pineda.
La doctora Pineda junto a sus colaboradores ha desarrollado varias fórmulas de uso oral con diferentes relaciones de cannabinoides THC/CBD medidas en HPLC para determinar los miligramos de las dosis y siguiendo un protocolo de dosificación que diseñaron a partir de la experiencia y el trabajo de seguimiento a los pacientes en tratamiento. “Es la primera investigación clínica con cannabinoides en el país y ha sido impulsada por el estudio, la educación, la cooperación de los pacientes y sobre todo por la responsabilidad y el compromiso de ayudar a mejorar la salud de las personas” dice Paola Pineda.
Al principio no se tenía la posibilidad de medición precisa de los cannabinoides en las fórmulas orales e interesantemente, la extracción de Cannabis administrada a Valeria y otros niños con epilepsia, provenía de una planta sativa “Landrace”1 colombiana que mostró un rico contenido de THC y muy bajo CBD después de ser por fin cuantificada por HPLC. Se sabe, basado sobre todo en la experiencia actual en los EEUU, que las medicaciones con alta proporción de CBD pueden ayudar a reducir las crisis convulsivas, y que altas proporciones de THC podrían incluso resultar pro convulsivas para ciertos pacientes. Sin embargo, los datos preliminares en Colombia indican que muchos niños como Valeria responden bien a las cepas ricas en THC con bajo CBD.
La doctora Paola y su grupo de colaboradores tuvieron la oportunidad de charlar con el Profesor Raphael Mechoulam de la Universidad Hebrea de Jerusalem en Septiembre de 2016 y contarle que había pacientes infantiles de epilepsia en Colombia con más THC que CBD en la fórmula. Mechoulam afirmó que hasta ahora todo lo que se sabe con seguridad acerca de epilepsia y Cannabis tiene que ver con CBD concentrado y en altas dosis. También afirmó que él es un científico y que estaba dispuesto a recibir evidencia nueva, porque se sorprendió al contarle que algunos pacientes de epilepsia empeoraban con CBD.
Desde luego existe un temor al THC y los efectos que pudiera causar a largo plazo, máxime cuando la población tratada es infantil, “pero cuando se ven las evidencias de las bondades terapéuticas en estos niños uno se da cuenta de que no hay nada que temer, el miedo al THC está basado en mitos y desinformación; todos los medicamentos deben ser suministrados con cuidado y con mucha responsabilidad, pero los posibles efectos secundarios indeseados del THC en los niños son superados por los visibles efectos positivos de la disminución de las crisis”, afirma la Dra. Pineda.
Además hay que recordar que muchos de estos niños sufren alteraciones neurológicas muy graves cuyas consecuencias en el futuro resultan en daños irreparables; todos los medicamentos farmacológicos para tratar la epilepsia tienen efectos secundarios negativos a corto y largo plazo. Con la medicina farmacológica siempre es cuestión de balancear los efectos positivos de reducción de crisis frente a los efectos negativos.
Las variedades locales de Cannabis Sativa como “Mango Biche” y “Punto Rojo” están biológicamente adaptadas al clima y las condiciones medioambientales de Colombia. En las fértiles áreas volcánicas con sus variados pisos térmicos se han cultivado variedades de Cannabis salvaje durante muchas décadas y aunque la mayor parte de la genética original ha ido desapareciendo debido a las prácticas de cultivo con el objetivo del narcotráfico, todavía quedan lugares remotos donde pueden ser encontradas intactas.
El profesor Raphael Mechoulam afirma que la distribución natural de endocannabinoides en el organismo podría configurar la expresión fenotípica de rasgos de personalidad en los seres humanos; de la misma manera, se puede plantear la hipótesis de que las variedades autóctonas podrían ser mejores para promover el equilibrio de los sistemas endocannabinoides locales, que en términos evolutivos se encuentran bien adaptados al ecosistema local, la dieta local, la radiación solar local, etc., lo que favorecería una interacción más consistente de las moléculas del Cannabis con el organismo particular.
El THC, como el CBD, podría resultar siendo un aliado importante para el tratamiento de síndromes neurológicos infantiles. El “Efecto Séquito”2 es un concepto introducido en la ciencia cannabinoide por los profesores Raphael Mechoulam, Shimon Ben-Shabat y colaboradores en 1998; consiste en el efecto combinado de los cannabinoides como una mejor terapia frente al efecto terapéutico de los cannabinoides aislados. Sin embargo, podría ser que la tendencia particular de distribución de THC frente a CBD (Ratio Cannabinoide) de variedades de Cannabis sativa locales de determinada región, tiene un mejor desempeño medicinal en los sistemas endocannabinoides de humanos de la misma región, y mientras se recopilan datos de la experiencia clínica en todo el país, se necesitará más investigación para minimizar los efectos secundarios no deseados –si hay alguno– y superar las implicaciones morales sobre el uso de THC en los niños epilépticos.
Cada vez más está más claro que el Cannabis es medicina personalizada.
Por: Julián Caicedo y Alexander Gómez.
Referencias:
1. Una variedad local.
2. BEN-SHABAT, Shimon, et al. An entourage effect: inactive endogenous fatty acid glycerol esters enhance 2-arachidonoyl-glycerol cannabinoid activity. European journal of pharmacology, 1998, vol. 353, no 1, p. 23-31.